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PANSPERMIA Y ENTEOGENIA: LA ¿LOCA? TEORÍA DE TERENCE MCKENNA


  En su libro "Alucinaciones reales", el antropólogo y etnobotánico Terence McKenna nos relataba la expedición que realizó a la Amazonia junto a su hermano Denis y un pequeño grupo de amigos. Corría la década de los setenta del pasado siglo. A la postre, se conocería a esta expedición como "el experimento de La Chorrera".


 Aunque, de cara a los demás, se encontraban allí para recoger diferentes especies de insectos, el motivo real de este viaje era conocer de primera mano los efectos de la dimetiltriptamina -DMT-, así como poder experimentar en primera persona la ayahuasca en plena selva amazónica. 
Sin embargo, la expedición tomó un cariz diferente prácticamente desde el principio, cuando el bueno de T. McKenna y sus compañeros comenzaron a experimentar con un hongo especialmente abundante en aquellos bosques amazónicos, la Stropharia cubensis.

A medida que pasa el libro, los hermanos McKenna consumen una y otra vez estos hongos, teniendo experiencias muy diferentes el uno del otro. Mientras que Denis perdió hasta cierto punto el contacto con la realidad, Terence observa y relata el proceso desde una perspectiva más objetiva y coherente. En ocasiones, es una trama complicada de seguir, pues cualquiera que haya probado este tipo de setas sabe que el mundo que se crea en torno a uno durante ese tiempo es algo difícil de transmitir a los demás.

Terence McKenna en el Amazonas (1971)


La teoría final de McKenna en 'Alucinaciones reales'

 Pasado el tiempo después de aquella expedición, Terence McKenna concluye su libro con unos capítulos en los que resume lo que aprendió, y expone una teoría -que he pensado que podría seros de interés-.

 De Terence McKenna, muchos conocemos la teoría de que el Ser humano podría ser el resultado de la evolución de unos mono que, tras ingerir psicoactivos naturales durante miles de años, habría expuesto y estimulado su cerebro de tal manera que había acabado derivando en una especie mentalmente más evolucionada. Todo esto, por supuesto, hay que verlo en la perspectiva de docenas de miles de años de evolución.
 Sin embargo, en el final de 'Alucinaciones reales', McKenna va más allá en esta teoría, aportando un nuevo punto de vista que, si bien parece más propio de la ciencia ficción, no por improbable deja de ser una opción abierta y perfectamente posible.

 Durante algunas de sus experiencias más fuertes, McKenna percibía que aquel hongo le hablaba a través de la voz de su propio pensamiento. Era un diálogo que parecía proceder desde fuera de uno mismo, pero que tenía lugar dentro de su mente. Fue esta voz quien le explicaba que aquel hongo llevaba existiendo millones de años, y que poseía conocimientos y experiencias dentro de sí. El hongo tenía entidad propia, voluntad de su conexión con el humano; pues había sido creado para ello. Pero, ¿cómo podría suceder algo así?

 Personalmente, siempre me he inclinado por pensar que, si los enteógenos naturales nos proveen de experiencias 'sobrenaturales', esto se debía a que todos provenimos de una misma Naturaleza, y es esta naturaleza madre la que nos impulsa a evolucionar a través de estas experiencias. Sin embargo, McKenna se centra en el origen de este hongo, y va más allá.

 Quizás animados por la fiebre de los OVNIs de aquellos años, los McKenna siempre relacionaban sus experiencias con hongos con la aparición de seres extraterrestres, y en alguna ocasión persiguieron extrañas luces en el cielo amazónico. Esto es algo que, dentro de estas experiencias, puede resultar incluso común. Sin embargo, lo realmente curioso es aquello que concluye McKenna en su libro acerca del origen extraterrestre de estos hongos, y cómo esto podría haber sucedido:
 Según esta 'loca' teoría, podría existir en el Universo una especie alienígena tan avanzada -o miles de ellas-, que podrían conocer a la perfección la cadena del ADN, tanto como para ser capaces de crear seres inimaginables para nosotros. Conviene aquí decir que la cadena del ADN guarda una cantidad de información difícil de asumir para nosotros, y de la que conocemos una parte muy pequeña. Pero, ¿y si algún día llegamos a saber cómo implantar nuestra propia información ahí de manera exógena?

 Si esta especie tan avanzada quisiera guardar sus conocimientos en algún lugar seguro, ningún "disco duro" sería mejor que uno que se multiplicase y expandiese por el Cosmos; una información que se reproduce y expande para siempre. Por tanto, ¿no sería posible que una especie que manejase a la perfección la cadena de ADN, fuese capaz de crear un ser en cuya cadena de ADN esconder toda la información que ellos quisieran? Una información que nunca más se perdería.
 Y en tal caso, ¿qué ser se elegiría? Sin duda, uno que pudiese viajar por el Universo durante millones de años sin morir, como podría suceder con las esporas de los hongos; de manera que éstas permaneciesen latentes flotando por el Cosmos hasta el momento de llegar al lugar adecuado. De esta manera, nuestro planeta -y todos los planetas habitables- son "regados" por estas esporas con cadenas de ADN e información, llevando la vida y la consciencia a todas partes -principio de la panspermia-. Es por esto que, cuando los primeros humanos empezaron a ser conscientes de la magia inherente a las setas y plantas, pensasen que existían 'dioses' adentro de las mismas -principio de la enteogenia, que etimológicamente significa 'dios adentro'-. Pero lo que realmente sucede es que, cada uno de nosotros, portamos en nuestra cadena de ADN la información suficiente como para conocer el Cosmos; y McKenna acababa de descubrir que aquellos hongos eran una puerta a esa información 'holística' o 'akáshica'.

 Al igual que nuestro cuerpo es capaz de leer en el ADN de qué color tendremos los ojos, o si seremos más o menos altos; del mismo modo, existe una gigantesca parte de la información que no está destinada a que la comprenda nuestro cuerpo, sino que lo haga nuestra mente. Es posible que, sin darnos cuenta, una de las más importantes funciones de nuestro cerebro sea tener acceso y saber desglosar esta información, que además, se transmite de padres a hijos; y así desde el comienzo de los tiempos. Quizás, toda la información que necesitamos para comprender la Vida y nuestro universo ya se encuentra dentro de nosotros, y sólo hay que encontrar el modo de saber llegar a ella. Quizás es la propia Naturaleza la que nos otorga los elementos necesarios para llegar a estos estados, porque esta información se encuentra por toda Ella. Si la función de un hongo es activar esta parte tan importante de nosotros, esto no puede ser por causas aleatorias.

 Hoy, es imposible asegurar de qué manera funcionan los enteógenos para que los psiconautas puedan acceder a sus experiencias, ni hasta qué punto ésta son reales o no. Al fin y al cabo, ¿qué es real, sino aquello que supone una experiencia para ti?
Lo único que sí podemos asegurar, sobre todo quienes accedemos a estas experiencias de manera analítica, es que las cosas que suceden cuando estamos dentro no son normales; y realmente parecen obedecer a la existencia de una voluntad superior y arcana que quiere comunicarse con nosotros. Que sean reales o no, es algo que nunca sabremos con seguridad.

2 comentarios:

  1. Imagina que llegue aquí a tu pagina, después de viajar, buscando si alguien le ha paso lo mismo que a mi o a estado sintiendo algo similar. "Todo esta conectado" fue mi primer mensaje. Ya comprare tu libro. Saludos y gracias

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  2. Muchas gracias a ti por entrar y comentar. Un abrazo.

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